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Introducción Trayectorias Europa en el Siglo XIX Precursores Las Primeras Encíclicas Cronología Índice por Tópico Volver a la Página Inicial |
Este sitio web trata de trazar las raíces de la Doctrina Social Católica desde sus inicios históricos hasta los primeros documentos oficiales (encíclicas) sobre este tema, reconociendo las figuras claves dentro de este desarrollo. Filosofía Sociopolítica del Mundo Clásico Los escritos del filósofo griego Aristóteles (384-322 AC) y del senador y filósofo romano Cicerón (106-43 AC) han servido de base para el desarrollo social y político del Occidente. Ellos incorporaron material de otros autores, pero sus ideas y compilaciones han sido las más importantes. Aristóteles traza el desarrollo de las unidades sociales desde el comienzo con la relación familiar básica hasta la formación del estado, tratando de satisfacer las necesidades humanas naturales:
Como vemos en estas citas, el pensamiento clásico asume que los principios de la ética social son asequibles a todos a través del uso de la razón. Pero el aplicar estos principios es otra cosa. A pesar de estos sentimientos sublimes, Grecia y Roma acabaron como tiranías militares. En el contexto actual de la civilización occidental, las enseñanzas judeo-cristianas fueron las que reforzaron la civilidad. El amor al prójimo es más poderoso que los razonamiento sobre los derechos. Los Profetas de Israel Cuando los israelitas se establecen en la tierra prometida después del Éxodo, Dios les requiere que distribuyan la tierra equitativamente, para que todos puedan ganarse la vida: “El Señor hablo a Moisés: Entre todos estos repartirás la tierra en herencia, en proporción al número de hombres. Cada uno recibirá una herencia proporcional al número de registrados.” (Números 26:52-54) El sistema económico de Israel, entonces, estaba basado en la propiedad privada de un pequeño terreno. El sistema legal también trataba de mantener la propiedad equitativa con un poder judicial independiente y prohibiendo la usura en los préstamos, para que un individuo que tuviera un mal año pudiera reponerse a base de préstamos. Los profetas condenan a los que violan los derechos y se enriquecen a costa de los menos afortunados: “El Señor viene a entablar un pleito con los jefes y príncipes de su pueblo. Ustedes han arrasado las viñas, tienen en casa lo robado al pobre... (Isaías 3:14) ¡Ay de los que añaden casas a casas y juntan campos con campos, hasta no dejar sitio, y vivir ellos solos en medio del país!” (Is 5:8) “¡Ay, de los que planean maldades y traman iniquidades...! Codician campos y los roban, casas y las ocupan, oprimen al jefe de familia y a su casa, al propietario y a su herencia... ¡Ay, que me roba y vende la propiedad familiar! Nos apresa y reparte nuestras tierras.” (Miqueas 2:1-5) Cristianismo y Comunidad Jesús asume el pensamiento social del Antiguo Testamento. Regaña a los fariseos, que se suponen sean custodios de la ley por descuidar la justicia: “!Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el impuesto de la menta, del anís y del comino, y descuidan lo mas importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe!” (Mateo 23:23) Desde luego, las enseñanzas cristianas se distinguen por la compasión, mas allá de la justicia, pero los principios que estamos tratando aquí son cuestión de justicia, no de caridad o compasión. Las ciudades del Imperio Romano cuando surgió el cristianismo eran frecuentemente extensas y sobrepobladas, y compuestas de personas de distintos orígenes nacionales y étnicos, resultando en un prevalente sentido de individualismo e inseguridad. En la práctica, el cristianismo proveyó una respuesta a las necesidades de estas gentes. [3] El término que se usaba para denotar la relación entre los miembros de una comunidad cristiana era koinonia (comunión, hermandad). En el uso de estas comunidades, el termino significaba el ocuparse de las necesidades de cada miembro de la comunidad. [1] Aristotle, Politics, tr. Benjamin Jowett, my translation to Spanish (Oxford: Clarendon Press, 1908), 27-28. [2] Cicero, Three Books of Offices, tr. Cyrus R. Edmonds, my translation to Spanish (New York: Harper and Brothers, 1892), 14-15. [3] John Gager, Kingdom and Community (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1978), 120-122. |